CRÍTICA

Miércoles 1 feb

Todo aquello que atesoro (Silvio Fischbein para Una Obra Un Artista) Febrero 2022

Una vez, una noche, Viviana Rodríguez que es contadora, o que será, o que fue, yo qué sé, a mí que me importa, junto a un escritorio cayó extenuada cuando terminó uno de esos balances, o declaraciones juradas que marcan lo más real de la realidad. Los balances llegaron a quedar prolijamente guardados en una carpeta, ella sucumbió dormida entre sus propios brazos apoyados en el plano de apoyo.
A la mañana siguiente, cuando despertó, luego de una noche de intensos sueños, se sorprendió cuando el más intenso de ellos estaba plasmado sobre su mesa de trabajo.
Viviana se encontró con que la inmensa cantidad de papel en los que había escrito números, sumas, restas y cuantas cosas la realidad exige, se habían entrelazado entre sí. Cortados prolijamente en tiras, tejidas entre sí, desconfiguradas las sumas y restas, gritaban algo distinto. Viviana sintió que su sueño se cumplió, que habían encontrado la realidad más real.
Ante todo, Viviana comprendió que es nómade. Formada en una dirección puede ejercer en otra. Descubrió que la realidad no existe, sino que cada uno la construye y asumió que su trabajo siempre será inconcluso. Y fundamentalmente que su acción no está en demostrar lo demostrable sino en producir en cada uno de nosotros aquello que nuestra historia nos permite.
La obra de Viviana Rodríguez aparenta simple y lúdica, y lo es, pero al mismo tiempo es muy compleja, profunda y nos cuestiona como sólo lo simple y nuestro juego nos permite. Recurre a nuestro ser y a seres de otras geografías, algo que nuestra cotidianeidad, hoy, nos confirma que es así.
Celebro este nuevo desafío que Viviana emprende.